Y cuando mentir no es una opción…

Soy consciente que vivimos en un mundo muy competitivo y que la crisis hace que vender sea una prioridad, pero ¿a toda costa?

Y quién lo iba a decir que el dicho «se pilla antes a un mentiroso que a un cojo» sea una de las máximas que digo últimamente.

En mi opinión, la profesión de comercial es una de las más «difíciles» que han existido, existen y existirán. En mi primer trabajo de becaria me pusieron a llamar por teléfono para conseguir entrevistas a los comerciales y recuerdo que conseguía más con amabilidad y sinceridad que no con triquiñuelas. Si encima la empresa para la que trabajas es de las que paga a comisión ya ni te cuento, pero esto no implica que tengas que conseguir los contratos con mentiras u omisiones porque al final, todo se acaba sabiendo.

Os cuento, he estado mirando unos presupuestos y como no me gusta quedarme con una sola opinión de nada he contactado con diferentes empresas que se dedican a lo mismo. El primer comercial me lo plantó todo superbonito, a todas las dudas que le planteaba, me ofrecía las respuestas que me esperaba, etc., etc. (tengo que reconocer que de psicología entendía un rato). El segundo comercial, a las mismas preguntas, me contestaba que no era posible o que tenía un coste adicional, etc., etc. y el tercer comercial era un intermedio.

Evidentemente, contacté con la empresa del primer comercial, que era el que me había gustado más, ilusa de mí. Me enviaron a un técnico que se encargaba de confirmar que las instalaciones eran viables. En el momento en que le expuse lo que me había contado el comercial me explicó que no, que la mitad de las cosas no eran ciertas, que los comerciales siempre les hacían lo mismo, le explicaban al cliente maravillas y luego eran ellos los malos al decirle al cliente que las cosas no eran como se las habían explicado. Al día siguiente me llamó el técnico que había hablado con sus superiores y querían saber los datos de la persona que me había ofertado tantas maravillas.

Y yo digo ¿Por qué mientes si sabes que luego va a venir otra persona y va a desmentirlo todo? No solo quedas mal con el cliente, sino que dejas mal a tu empresa y no te vas a llevar comisión tampoco. ¿No es mejor ir con la verdad por delante y tener un cliente contento que te va a recomendar a otras personas?

Todo esto me hace plantearme donde está la moralidad y la honestidad de la gente, por desgracia el «todo vale» es el mantra de muchas personas hoy en día y no nos damos cuenta de que lo que hacemos es perjudicarnos a nosotros mismos y crear una sociedad llena de desconfianza.

Lo único que he conseguido es sentirme engañada y seguir comparando presupuestos 😒

¿Os ha pasado alguna vez?

Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Y cuando hay una alternativa…

Me encanta esta era de las nuevas tecnologías y avances que nos hacen (o lo intentan) la vida más fácil.

Y quién lo iba a decir, que se me iban a juntar dos de mis peores pesadillas: cocinar y las verduras. Soy consciente de que no debería decir esto, pero odio las verduras, nunca me han gustado. Para ser realistas soy como los niños pequeños, sería capaz de alimentarme de macarrones con tomate y patatas fritas sin ningún problema.

Como ya he comentado en alguna ocasión, soy una completa negada para la cocina, por lo que como el que manda en la cocina de casa es mi marido y él sí que come de todo, mis hijos siempre han tenido una alimentación muy variada: potajes, verduras, lentejas, pescado… vamos, todo lo que a mí no me gusta. De hecho, alguna vez en algún restaurante hemos creado confusión al camarero porque siempre me ponen a mí el plato de verduras y a mis hijos el de pasta con tomate y se quedan alucinados cuando los intercambiamos 😁.

Bueno, pues todo eso ha pasado a la historia. Después de la operación, mi metabolismo a decidido revelarse y me veo obligada a hacer dieta, cosa que nunca había hecho antes, por lo cual, estoy más perdida que un pulpo en un garage.

Teniendo en cuenta que la verdura lleva vitamina K que interfiere en el sintrom, al principio me puse muy contenta porque encontré la excusa perfecta para no comerla, pero al final he tenido que claudicar y añadirla a mi dieta.

A lo que iba, el tema es que yo no sé cocinar y un día dando una vuelta por un centro comercial, encontré una freidora sin aceite. Me estuve informando y resulta que el mundo del «airfryer» es una tendencia cada vez más extendida.

Existen innumerables blogs que hablan de los beneficios que tiene, miles de recetas de todo tipo y un montón de comunidades.

Así que ahí estoy yo, matando dos pájaros de un tiro: por un lado, no necesito saber cocinar, solo los tiempos y la temperatura adecuada para cada alimento y, por otro lado, comer más sano. Todo lo cocino en la máquina: las carnes, las verduras, los pescados… He llegado a hacer hasta un brownie, que no es mucho de dieta, pero había leído que también se podía hacer y por probar que no quede 🤪.

Básicamente, su funcionamiento es muy parecido a un horno, pero al ser más pequeño no necesita precalentamiento ni tanto tiempo para cocinar los alimentos, por lo que también me resulta más económico.

¿Vosotr@s lo habéis probado?

Photo by Yoav Aziz on Unsplash

Y cuando todo se desmorona…

La vida, a veces, es cruel; cuando piensas que empiezas a levantar cabeza y que todo va a ir bien, las cosas se giran.

Y quién lo iba a decir que después de un año de mi operación de corazón las cosas se iban a torcer.

Vamos a ser realistas, yo ya sabía que algo no funcionaba del todo bien, pero como buena optimista que soy (ja, ja, ja) creí que eran cosas mías.

Me dirigí a la consulta con el cirujano de cardiología como una visita de control más, pero resulta que no lo fue. En primer lugar, los alambres con los que me unieron el esternón una vez operada no estaban bien y había que quitarlos. No pude dejar de preguntar cuántas veces se encontraban con este caso y la cara del médico fue un poema cuando, sin mirarme a los ojos, me confirmo que hacía mucho, mucho tiempo que no se encontraban con un caso así. ¡Cómo no!

En segundo lugar, me dijo, la nueva válvula no estaba funcionando todo lo bien que debía por lo que mi sensación de ahogo y cansancio continuaban igual que antes de operarme, agravado porque continuaba teniendo anemia. El motivo me dijo es que me habían puesto una válvula acorde al peso que tenía antes de operarme y, como ya he comentado en alguna ocasión por aquí, en el último año he engordado una barbaridad, así que la válvula no da pa’ tanto.

Solución: perder todo el peso ganado para evitar volver a pasar por quirófano para el cambio de válvula. El problema es que he probado de todo: ejercicio, dieta (con la consecuente bronca de la enfermera de Sintrom por el aumento de alimentos con vitamina K) y no pierdo nada. Me han enviado a realizarme un estudio hormonal para ver si está todo bien, no olvidemos que se juntó el reposo, el dejar de fumar y yo creo que también la premenopausia, vamos un coctel molotov en toda regla.

En cuanto al problema de los alambres, a mediados de diciembre me programaron de forma urgente una intervención para quitarlos. En principio no tenía que ingresar, pero finalmente decidieron que sí. Así que me fui con mi mochila para ingresar de nuevo y pasar por quirófano. Pero, siendo yo, no podía ir todo bien. El día antes de la operación, saliendo de la ducha en el hospital me metí tal resbalón que aterricé todo lo mal que pude encima de mi brazo derecho. En un primer momento, parecía que todo estaba bien, a pesar de que mi pobre compañera de habitación no paraba de gritar «se ha matado, se ha matado«, pero conforme fue pasando el tiempo me dolía un montón.

Por la mañana amanecí con el brazo hinchado. El médico me envió a urgencias de trauma para que le echaran un vistazo, pero ya sabemos cómo son las urgencias… muy lentas. Llegó la hora de la operación y yo seguía en urgencias y el equipo que me tenía que operar no sabía mi paradero. Al final apareció un celador todo desesperado que me estaban buscando por todo el hospital (mala comunicación entre departamentos jaja), con la ropa para entrar en quirófano y me hizo cambiar allí mismo mientras me enyesaban el brazo.

Imaginaos mis pintas al entrar en quirófano y el cachondeo de los médicos.

A fecha de hoy sigo con el brazo mal, parece ser que no era solo cuestión de huesos y estoy a la espera del resultado de una resonancia, por lo que no he podido escribir hasta ahora, y lo estoy haciendo con mucho cuidado y muy despacito.

En cuanto a la extracción de los alambres fue todo muy bien y, en cuanto tenga lo del brazo solucionado podré volver a hacer ejercicio para intentar rebajar el peso y evitar otro quirófano.

Y así ha sido mi salida del 2021 y mi entrada en el 2022. Eso sí, con esperanza que es lo último que se pierde.

Y cuando se palpa la ansiedad

Hacía tiempo que no me encontraba en una situación donde la ansiedad y el nerviosismo se podía palpar en el ambiente.

Y quién lo iba a decir que pasaría tanto tiempo sin acordarme de los nervios que puede provocar un examen en tu vida. Doy gracias (egoístamente) que no era yo la que los sufría.

Me explico, el otro día acompañé a mi hija al examen práctico de conducir. Cuando llegué había un montón de jóvenes y, algún que otro no tan joven, lucían en sus caras esa expresión de angustia combinada con nerviosismo que recuerdo haber tenido en los exámenes más importantes de mi vida.

Estuve un buen rato sentada observando desde la tranquilidad que me aportaba no ser uno de ellos, y la verdad, es que no pude menos que sentir empatía por los presentes.

Vi llegar a los examinadores con sus caras de «aquí el poder lo tengo yo» (ya sabéis que no me gusta generalizar, pero no vi empatía en ninguna de sus caras) y con su actitud de desgana ante un día más. Me dieron ganas de gritarles, de decirles que todas esas personas lo único que necesitaban era un buenos días o una pequeña sonrisa de ánimo, pero ellos se subían a los coches, con sus caras de a ver donde la fastidias y así es que no hay Dios que apruebe.

A una pobre chica ni siquiera la dejaron encender el motor, le dijeron que su posición no era correcta y ¡ale!, pa’ casa.

Entiendo que es su trabajo, pero también creo que hay trabajos en los que la empatía es lo mínimo que se puede ofrecer. Evidentemente, si no lo hacen bien no aprueban, pero es que ¡A ver quién es el guapo que lo hace bien bajo tanta presión!

La gran mayoría hemos pasado por eso y en mi época no era diferente, pero verlo desde fuera me impresionó bastante.

Hay trabajos y trabajos, pero esto es como si estás de cara al público y como tienes un mal día le hablas mal a los clientes, lo más seguro es que no vuelvan, pero es que ellos no tienen la culpa de tu mal día. En este caso, los clientes tienen que volver si o si para obtener el carnet de conducir, de ahí el poder que obtiene el examinador.

¿Cómo fue vuestro examen de conducir?

Y llegó la Navidad

Yo no sé si es cosa de la edad, de mi subconciente o de mi imaginación, pero me da la sensación de que cada año la Navidad llega antes.

Y quién lo iba a decir que a 15 de noviembre iba a estar ya tan presente la Navidad.

A las 7 de la mañana he llevado a mi hijo al instituto y he alucinado cuando he visto un montón de comercios con los árboles de Navidad decorando ya los escaparates.

Por un momento he pensado que eran imaginaciones y que todavía estaba dormida, pero no, mi hijo también lo veía jaja.

No soy excesivamente religiosa, pero me parece que la Navidad tiene unas fechas concretas y no entiendo por qué nos empeñamos en cada vez se avancen más, cuando realmente llega la hora de las celebraciones yo ya estoy harta de tanta Navidad. No lo disfruto como años atrás que esperabas impaciente para poner los adornos, para preparar los regalos, las cenas con la familia y los amigos… para mí está empezando a cobrar sentido la letra de Melendi que dice: la Navidad la ha inventado el Corte Inglés.

Anuncios en la tele tres meses antes de perfumes, juguetes, turrones, bebidas… ¡Pero si hasta puedes comprar números de la lotería de Navidad en agosto!

Supongo que la influencia americana también tiene mucho que ver en todo esto porque no nos olvidemos que el Black Friday ha pasado a ser el Black Month, venga descuentazos (dicen ellos) a diestro y siniestro para que adelantes tus compras de Navidad y de esta manera los comercios se aseguran de tener sus arcas llenas a priori de la campaña.

En fin, todo va a parar al mismo sitio: consumismo puro y duro.

No sé a vosotr@s, pero, para mí, todo esto hace que la Navidad pierda su encanto. ¿Os pasa lo mismo?

Photo by Robert Linder on Unsplash

Y llegó la oscuridad

Como bien se suele decir todo llega, pero hay cosas que no me gusta que lleguen.

Y quién lo iba a decir que cada año me iba a costar más acostumbrarme a esto del cambio horario.

No son ni las seis de la tarde y ya es de noche. Creo que ya lo he dejado caer en alguna otra ocasión, pero a mí me mata la falta de luz natural. A la que se hace de noche dejo de ser persona y me cuesta hasta moverme, me quedaría toda la tarde sentada en el sofá con la manta y un buen libro o cualquier serie en la tele.

Hace escasamente dos semanas se puede decir que a estas horas empezaba los paseos con mi perro, no hacía ni calor ni frío, podíamos alargar el paseo más de una hora y llegaba a casa con ganas de continuar moviéndome.

Sin embargo ahora, al no tener luz, los paseos son más cortos, no podemos ir por caminos por qué no se ve, por el paseo marítimo ya empieza a hacer frío y no apetece…

A pesar de que me lo han explicado varias veces, sigo sin entender porqué cambian la hora, se me escapa completamente los motivos que pueden llevar a los gobiernos a querer que se haga antes de noche, no obstante estoy segura de que sus motivos tendrán y no son para beneficiar al ciudadano.

Voy a intentar activarme porque me veo ya con la manta en el sofá.

¿A vosotr@s también os pasa o lleváis mejor la oscuridad?

Y cuando no sabes por qué lo haces

Hay situaciones en las que haces cosas que sabes que no son lo mejor en ese momento, pero no lo puedes evitar.

Y quién me iba a decir que sabiendo que no me estaba haciendo ningún bien lo iba a hacer.

Cada vez estoy más convencida que el ser humano es raro. Si no que me expliquen por qué cuando estamos deprimidos lo único que hacemos son cosas que nos hacen deprimir más (al menos a mí).

En lugar de ponernos activos y hacer cosas que nos suban la moral nos ponemos a escuchar esas canciones deprimentes que nos hacen llorar, a mirar esas fotos antiguas que nos llenan de nostalgia y nos recuerdan tiempos mejores, te plantas delante de la tele y haces un maratón de pelis de esas que no paras de llorar y, no sé si será por la influencia de las películas americanas, pero te hinchas a comer helado sabiendo que después cuando te subas a la báscula ¡Sí que te vas a deprimir!

Pero ya sabéis que a mí me encanta informarme y me he quedado más tranquila cuando, parece ser, que la base científica es que el helado contiene un aminoácido denominado Triptófano que aumenta los niveles de serotonina (una de las hormonas encargadas de hacernos más felices). De este modo, se inhiben los síntomas de la depresión, se contrarrestan los estados de agresividad o tristeza y, en consecuencia, nos sentimos emocionalmente satisfechos.

Así que yo me voy ahora mismo al congelador a por el mío ¿Y vosotr@s?

Photo by Fallon Michael on Unsplash

Y ha pasado un año…

Hay cosas en esta vida que nunca te planteas y cuando lo haces no sabes ni cómo lo has hecho.

Y quién lo iba a decir que yo iba a dejar de fumar. Sí, porque yo siempre he sido de esas personas que disfrutaba fumando, ni siquiera me planteaba dejar de hacerlo.

En el momento en que me dijeron que me iban a operar del corazón decidí que el día que ingresará en el hospital me fumaría mi último cigarro. Y ni yo misma me lo creo, pero así fue. Con la mochila colgada al hombro y preparada para entrar por la puerta del hospital me fumé lo que sabía que era mi último cigarro.

Tengo amigos que llevan muchos años intentando dejar de fumar, han probado de todo, pastillas, hipnosis, fuerza de voluntad, prácticas de relajación, chicles, parches de nicotina…, y nada, al poco vuelven a fumar. Yo nunca lo había probado porque no tenía ni la más mínima intención de dejarlo. Tengo que aclarar que hablo de amigos que fuman bastante, yo me fumaba medio paquete al día… ¡Pero cómo lo disfrutaba!

Bueno, a lo que voy, desde ese día ni siquiera he tenido la tentación de encender un cigarro. No lo he echado en falta. Incluso he pasado a ser como muchos exfumadores, antes no notaba el olor a tabaco, pero ¿ahora? Lo huelo a leguas. No me molesta, pero es curioso como antes cuando alguien me decía: ¡Qué peste a tabaco! Yo me los miraba y pensaba: Qué exagerada es la gente, pero ahora, lo entiendo perfectamente.

Recuerdo que estando en la unidad de críticos, toda orgullosa por mi decisión le dije al médico: Doctor, he dejado de fumar. Me miró con media sonrisa en la cara y me contestó: Enhorabuena, eso siempre es bueno, aunque tu problema de corazón no tiene que ver nada con el tabaco. ¡Me quedé a cuadros! Pero una vez tomada la decisión no iba a volver atrás.

Ahora puedo decir orgullosa que hoy hace un año que dejé de fumar y espero poder decirlo muchos más años.

¿Vosotr@s habéis pasado por esta situación? ¿Cómo lo hicisteis?

Y cuando no todo es correcto

Doy gracias por pertenecer a la clase media porque ya convivo con demasiados temas en el día a día como para tener que preocuparme de normas de etiqueta.

Y quién lo iba a decir que sentarse en una mesa comportaba tantas normas.

El otro día, después de tanto tiempo sin poder hacerlo, nos juntamos un grupo de amigos para cenar. En el restaurante se retrasaron algunos de los platos por lo que unos tenían comida y otros no. Los que todavía no tenían la comida le decían a los que sí, que empezaran que la comida fría no vale nada, etc., etc. Y ahí empezó la polémica ¿Qué es lo correcto?

Gracias a Dios, no suelo tener que ir a muchas comidas o cenas de compromiso de esas en las que tienes que cumplir con lo que se considera correcto, normalmente vamos con amigos donde se trata de disfrutar de nuestra compañía no de mirar si uno ha puesto los codos en la mesa o no.

Entiendo que los que estén acostumbrados ya sale por sí solo, pero a mí me estresa mucho, porque si te lo paras a pensar hay un montón de cosas que no se pueden o deben hacer, algunas de «cajón» y otras que tienes que pensar antes de hacerlo.

Los codos no pueden estar encima de la mesa, no puedes empezar antes que el resto de comensales (digo yo que alguien tendrá que ser el primero jaja), no hacer ruido al comer (sí, por favor, esa sí que la encuentro supernecesaria), cortar el trozo de comida que te vas a comer en el momento (yo soy de las que si quema mucho lo corto todo para que se vaya enfriando 😬 🙄), beber cuando no tienes comida en la boca (beber y hablar claro), no inclinarse sobre el plato, no levantarse hasta que todos hayan terminado y, por supuesto, la nueva norma de oro con la que estoy totalmente a favor, mantén el móvil en silencio.

No nos olvidemos de lo que se puede comer con las manos y lo que no. Parece ser que gambas, langostinos, etc. se puede con las manos, pero yo veo muchas veces a la gente hacerlo con los cubiertos.

Otro tema que no tiene desperdicio es el de la posición de los cubiertos en el plato, pero eso ya da tema para otro post.

Mi opinión es que lo mejor es esperar a ver que hacen los demás y así vas sobre seguro.

¿Vosotr@s os habéis encontrado con esta situación?

Y cuando te hace tanta ilusión

Me ha hecho tanta ilusión que no he podido dejar de compartirlo.

Y quién lo iba a decir que me iba hasta a emocionar cuando he visto este mensaje de WordPress.

Soy consciente de que es poquito, pero son ¡mis primeras 1.000 visitas!, y ver un número así redondo siempre hace ilusión.

Gracias a todos por hacer que sea posible. Espero poder seguir disfrutando de vuestros comentarios y, por qué no de vuestra compañía, que es el sentimiento que noto cuando sé que me leéis.

Un abrazote muy grande.

poesía de Aran y un poquito más

Un lugar para dejarte llevar por los variopintos aromas que desprenden mis poemas

Vestigios de Barcelona

Guía de Vestigios Urbanos para paseantes curiosos

Ordena tu caos

Hábitos | Orden | Ahorro

Datos a tutiplén

Compartir datos. Deleitar instruyendo. Instruir deleitando

Mundos de Cera

Pensamientos , dibujos, proyectos...

Happiness Between Tails by da-AL

Writing/Tales + Tails + Culture + Compassion

Gusanito Volador

Son gusanos con alas, otros los llaman mariposas.

Buenos Relatos

El punto de encuentro entre los autores interesantes con lectores exigentes

OlloAtlántico

Colectivo fotográfico gallego

Giselle LF

Bilingual poetry, etc

D LOBOS

Por decir algo. Pensamiento lunático. Textura poética.

Valores Humanos al alza

Valores que dan sentido a una vida plena

Una mirada alrededor

Habitáculo anarcoexistencialista.

VONMARK

marketing . negocios

Ramas de la Ciencia

Divulgación y actualidad en la Sección de Ciencia de Internet

Diccineario

Cine y palabras

moriba's corner

When it becomes too hot, the clouds cry.

Humrik

Unlock the World of Knowledge with Humrik

Enderechate

El blog jurídico de Isamara Figueras

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar